Vivir mejor con una enfermedad crónica
Vivir con una enfermedad crónica no es fácil, pero sí es posible hacerlo con más calidad de vida, bienestar y seguridad. Este taller nace para acompañarte, darte herramientas prácticas y ayudarte a recuperar el control sobre tu salud.
Vivir mejor con una enfermedad crónica
Introducción
Aquí no vamos a hablar solo de enfermedades, sino de personas que viven con ellas. Personas como tú, que cada día enfrentan retos, toman decisiones y buscan sentirse mejor.
Durante este curso vas a:
- Comprender mejor cómo te afecta tu enfermedad y cómo convivir con ella.
- Aprender a cuidarte de forma activa, sin complicaciones.
- Conocer hábitos de vida que realmente marcan la diferencia: alimentación, ejercicio, descanso, emociones…
- Entender la importancia de seguir bien los tratamientos y de la prevención, incluyendo vacunas.
- Marcarte pequeños objetivos personales y alcanzables que mejoren tu día a día.
Este es un espacio para compartir, aprender, preguntar y darte el permiso de cuidarte con calma y conciencia.
No estás sola, no estás solo. Vamos a hacerlo fácil, práctico y útil para tu vida.
Módulo 1. Entender mi enfermedad, entenderme a mí
CONTENIDO
- ¿Qué significa tener una enfermedad crónica?
- Impacto emocional y físico.
- Rol activo del paciente: de receptor a protagonista.
- Aceptación, adaptación y autocuidado.
- Dinámica: "¿Qué necesito para sentirme bien?"
OBJETIVO:
Reconocer qué cosas (grandes o pequeñas) te ayudan a cuidarte y sentirte mejor.
Pueden ser acciones concretas, personas, rutinas, momentos del día o incluso pensamientos.
INSTRUCCIONES:
- Busca un lugar tranquilo. Respira hondo unas veces.
- Escribe libremente lo que se te venga a la cabeza al responder esta pregunta.
- Si te ayuda, puedes empezar frases como:
- Me siento mejor cuando…
- Echo de menos…
- Me gustaría…
- Lo que más me cuida es…
- No hay respuestas buenas o malas. Solo tuyas.
¿Qué significa tener una enfermedad crónica?
Tener una enfermedad crónica significa convivir con una condición de salud que no desaparece con el tiempo y que, en muchos casos, requiere tratamiento y seguimiento de por vida. No siempre es grave, pero sí es persistente. Es algo que te acompaña, y por eso es tan importante aprender a manejarla, entenderla y cuidarte mejor.
A menudo, cuando escuchamos la palabra "crónica", pensamos en limitaciones, pero también puede ser una oportunidad: una oportunidad para conocerte mejor, priorizar tu salud y tomar decisiones que te hagan sentir más fuerte y capaz.
Impacto emocional y físico
Algunas ideas importantes:
- No siempre se puede curar, pero sí se puede controlar con buenos hábitos, tratamiento y revisiones médicas.
- Afecta al cuerpo, pero también a cómo te sientes, cómo piensas y cómo te relacionas.
- Puede generar miedo, tristeza, cansancio, enfado… y todo eso es normal. No estás sola, no estás solo.
- Cada persona lo vive de una forma diferente. No hay una única manera correcta de sentir o de actuar.
Rol activo del paciente: de receptor a protagonista.
Durante muchos años, el papel del paciente ha sido el de una persona que escucha, recibe indicaciones y sigue instrucciones.
Pero hoy sabemos que, para manejar bien una enfermedad crónica, tú tienes un papel fundamental.
El cambio está en pasar de ser solo un receptor pasivo de cuidados a convertirte en protagonista de tu salud.
Aceptación, adaptación y autocuidado.
¿Qué significa ser un paciente activo?
Significa:
- Hacerte preguntas, querer entender tu enfermedad.
- Participar en las decisiones sobre tu tratamiento.
- Saber qué hábitos pueden ayudarte y cuáles no.
- Reconocer cómo te sientes y pedir ayuda si lo necesitas.
- Aprender a escuchar tu cuerpo y confiar en ti.
Ser activo no es saberlo todo ni hacerlo todo perfecto.
Es implicarte, poco a poco, desde lo que tú puedes y quieres hacer.
¿Por qué es importante?
Porque tú eres quien convive con la enfermedad cada día.
Tú sabes mejor que nadie cómo te afecta, qué te cuesta y qué te ayuda.
Tu implicación mejora los resultados de salud, te da autonomía y, sobre todo, te hace sentir más capaz, más fuerte y más en control
La enfermedad puede ser crónica, pero también puede ser vivida con autonomía, seguridad y calidad de vida.
Ser paciente activo es un camino, no un destino. Y puedes empezar hoy.
Tener una enfermedad crónica no te define.
Es una parte de tu vida, pero no lo es todo.
Entender tu enfermedad te da herramientas. Y con esas herramientas, puedes cuidarte mejor, tomar decisiones con más tranquilidad y mejorar tu calidad de vida.
Dinámica individual: "¿Qué necesito para sentirme bien?"
Tómate unos minutos para pensar en ti, en tu día a día, en cómo te sientes últimamente. La pregunta es sencilla, pero muy potente.
No se trata solo de salud física. Piensa también en lo emocional, lo social, lo mental, lo que te hace sentir en equilibrio.
Módulo 2. Comer bien para vivir mejor
CONTENIDO
- Alimentación saludable adaptada a enfermedades crónicas.
- Ideas clave: alimentos reales, equilibrio, hidratación.
- Cómo planificar menús fáciles y sostenibles.
- Leer etiquetas: lo esencial.
- Mitos y errores frecuentes.
- Dinámica práctica: "Mi plato saludable"
La alimentación es una de las herramientas más poderosas para mejorar tu calidad de vida si convives con una enfermedad crónica. Lo que comes puede ayudarte a controlar síntomas, prevenir complicaciones, tener más energía y sentirte mejor física y emocionalmente.
No se trata de hacer una "dieta" estricta, sino de aprender a comer de forma consciente, saludable y adaptada a ti.
Alimentación saludable adaptada a enfermedades crónicas
Cada persona tiene unas necesidades específicas según su enfermedad, su medicación, su edad y su estilo de vida. Pero hay pautas generales que benefician a todas:
- Basar la alimentación en alimentos reales y frescos: frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, proteínas de calidad, frutos secos naturales.
- Reducir o eliminar los ultraprocesados, que suelen tener exceso de sal, azúcar, grasas poco saludables y aditivos.
- Prestar atención a cómo te sientan los alimentos y adaptar las texturas o combinaciones si hay molestias digestivas, estreñimiento, retención de líquidos o falta de apetito.
- Comer con regularidad y evitar largos periodos de ayuno, salvo indicación médica.
Importante: si tienes una pauta dietética específica por tu enfermedad (insuficiencia renal, diabetes, etc.), sigue siempre las recomendaciones de tu profesional sanitario de referencia.
Ideas clave: alimentos reales, equilibrio, hidratación
- Alimentos reales: son aquellos que reconoces como lo que son. Una zanahoria es una zanahoria. Una lenteja es una lenteja. Cuanto menos procesado esté el alimento, mejor para tu cuerpo.
- Equilibrio: no se trata de eliminar todo lo que te gusta, sino de encontrar un punto medio. Puedes darte un capricho de vez en cuando si el conjunto de tu alimentación es saludable.
- Hidratación: beber agua a lo largo del día ayuda al funcionamiento de tus órganos, mejora la digestión, previene el estreñimiento, combate la fatiga y la confusión. Evita refrescos, alcohol y bebidas azucaradas. Si no te gusta el agua sola, puedes añadirle rodajas de limón, menta o frutas. Ten en cuenta que en algunas situaciones de salud puede ser necesario ajustar la cantidad de líquidos, por lo que, en ese caso, es importante seguir siempre las recomendaciones de tu profesional sanitario.
Cómo planificar menús fáciles y sostenibles
Planificar lo que vas a comer te ayuda a organizar la compra, ahorrar tiempo y evitar decisiones impulsivas. Aquí algunos consejos:
- Menús semanales simples: escribe qué vas a comer de lunes a domingo. No hace falta que sean recetas nuevas cada día. Puedes repetir y adaptar.
- Cocina por tandas: si un día tienes más energía, aprovecha para cocinar varias raciones y congelar.
- Ten un fondo de despensa saludable: legumbres cocidas, arroz integral, conservas de pescado, huevos, avena, frutos secos, fruta y verdura congelada.
- Adapta el menú a ti: si no tienes mucho apetito, prioriza platos con alto valor nutricional en poca cantidad. Si comes fuera, lleva opciones preparadas o busca elecciones equilibradas.
Leer etiquetas: lo esencial
Saber leer etiquetas te da el poder de elegir lo que consumes con más consciencia. Aquí te dejamos los puntos más importantes a tener en cuenta:
- Lista de ingredientes: cuanto más corta y sencilla, mejor. Si el primer ingrediente es azúcar, sal o jarabe de algo, mejor déjalo en el estante.
- Truco: si un producto tiene más de 5 ingredientes y no sabes lo que son, probablemente no sea la mejor opción para tu salud.
- Azúcares añadidos: los azúcares pueden aparecer con muchos nombres, como jarabe de glucosa, jarabe de maíz, agave, miel, maltosa, entre otros. Si ves estos términos, es mejor reconsiderar el producto.
- Tamaño de la ración: los valores nutricionales se dan por ración. A veces parece que un producto tiene poco azúcar o calorías, pero si la ración es muy pequeña, los valores pueden estar distorsionados.
Recurso adicional: Puedes consultar el video "Etiquetado Nutricional" en los recursos de la formación para una explicación más detallada sobre cómo interpretar las etiquetas de los productos.
Mitos y errores frecuentes
- "Comer sano es caro" → No tiene por qué. Las legumbres, los huevos, las frutas de temporada y los cereales integrales son opciones asequibles.
- "Si es sin gluten o sin azúcar, es saludable" → No necesariamente. Puede seguir siendo un ultraprocesado.
- "El pan integral es igual que el blanco" → El pan integral aporta más fibra, sacia más y favorece la salud digestiva.
- "No puedo comer fruta si tengo diabetes" → Falso. Puedes, en las cantidades adecuadas y con preferencia por fruta entera.
- "Comer sano es aburrido" → No si te das permiso para explorar recetas, sabores, colores y texturas.
Dinámica práctica: "Mi plato saludable"
Objetivo:
Aprender a componer un plato equilibrado, visualmente y en proporciones.
Paso a paso:
- Dibuja o visualiza un plato grande. Divídelo en tres secciones:
- 1/2 del plato: Verduras y hortalizas de distintos colores.
Ejemplo: ensalada, espinacas, zanahorias, calabacín.
Las verduras y hortalizas deben ocupar la mitad de tu plato, ya que son una fuente rica en fibra, vitaminas y minerales. Incorporar colores diferentes te garantiza una amplia variedad de nutrientes. Los colores vibrantes como los verdes, rojos, amarillos y naranjas no solo son atractivos, sino que indican una alta concentración de antioxidantes y fitonutrientes que ayudan a proteger tu cuerpo y mejorar tu bienestar general. - 1/4 del plato: Proteína saludable.
Ejemplo: lentejas, pescado, tofu, huevo, carne magra.
La proteína es esencial para el mantenimiento de los músculos, la reparación celular y el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Las proteínas vegetales como las lentejas, garbanzos, tofu o tempeh son una excelente opción, ya que son ricas en fibra y bajas en grasas saturadas. Además, los alimentos vegetales también contribuyen a una dieta más sostenible. Las proteínas de origen animal, como el pescado o el pollo, también aportan nutrientes importantes como el omega-3 (en el pescado) y vitamina B12. - 1/4 del plato: Hidratos de carbono complejos.
Ejemplo: arroz integral, patata cocida, pan integral, quinoa.
Los hidratos de carbono complejos son fundamentales para proporcionarte la energía que necesitas a lo largo del día. Opta por granos integrales, como arroz integral, quinoa, patatas cocidas con piel o pan integral. Estos granos enteros no solo te dan energía duradera, sino que también son ricos en fibra, vitaminas y minerales. Los granos integrales son mejores para tu digestión, ayudan a regular el azúcar en la sangre y te mantienen saciado por más tiempo. Además, los granos integrales contienen todas las partes del grano (salvado, germen y endospermo), lo que asegura que obtienes los máximos nutrientes. - Agua como bebida principal.
- De postre: fruta fresca.
- Piensa cómo sería un plato así en tus comidas diarias. ¿Puedes adaptarlo a tus gustos y a lo que tengas en casa?
Comer bien no es una moda, es un acto de autocuidado diario.
No necesitas hacerlo perfecto, solo empezar con un paso: elegir alimentos que te nutran, te gusten y te ayuden a sentirte mejor
Módulo 3. Muévete: la actividad física como medicina
CONTENIDO
- Beneficios físicos y emocionales del ejercicio.
- Actividad adaptada a distintas patologías.
- ¿Por dónde empezar? Recomendaciones básicas.
- Ejercicios sencillos para hacer en casa.
- Dinámica activa: pausa de movimiento guiada (ejercicios suaves)
La actividad física no es solo para deportistas: también es una herramienta clave para vivir mejor con una enfermedad crónica. En este módulo descubrirás cómo el ejercicio, adaptado a tus capacidades, puede ayudarte a ganar fuerza, energía y bienestar.
Beneficios físicos y emocionales del ejercicio
La actividad física regular es una herramienta clave para mejorar tu calidad de vida. No solo mejora la salud del cuerpo, también influye directamente en cómo te sientes, cómo descansas y cómo te relacionas contigo mismo/a y con los demás.
Beneficios principales:
- Mejora la circulación, la capacidad pulmonar y la fuerza muscular.
- Reduce el dolor, la rigidez articular y la sensación de fatiga.
- Mejora la movilidad, el equilibrio y la coordinación.
- Aumenta la energía, ayuda a dormir mejor y eleva el estado de ánimo.
- Favorece la autonomía, la autoestima y la calidad de vida.
Moverse también puede ser una forma de gestionar el estrés, liberar tensiones y mejorar el ánimo en momentos difíciles.
Actividad adaptada a distintas situaciones
No hace falta tener un gimnasio en casa ni practicar deporte de alto nivel. Lo importante es mover el cuerpo cada día, con regularidad y de forma segura.
Tipos de actividad recomendados:
- Ejercicios de bajo impacto
Ideales si hay limitaciones articulares, respiratorias o fatiga. Ejemplos: caminar, nadar, bailar suavemente, bicicleta estática o ejercicios sentados. - Ejercicio de resistencia o fuerza
Mantener la masa muscular es fundamental. Puedes incorporar movimientos como levantamiento de botellas de agua, uso de bandas elásticas o ejercicios con tu propio peso (como sentarse y levantarse de una silla). Estos ejercicios ayudan a prevenir caídas, mejorar el equilibrio y sentirte más fuerte. - Estiramientos
Mantienen la flexibilidad, reducen la rigidez y previenen lesiones. Son útiles antes y después de la actividad, y también como pausa para relajar el cuerpo durante el día. - Movilidad articular
Giros suaves de muñecas, tobillos, cuello o hombros ayudan a mantener las articulaciones en forma.
¿Por dónde empezar? Recomendaciones básicas
- Comienza con 5-10 minutos diarios si llevas tiempo sin moverte. Es mejor hacer algo breve cada día que esperar a tener mucho tiempo.
- Escoge actividades que te gusten y puedas mantener en el tiempo.
- Escucha tu cuerpo: moverse no debe doler. Si algo causa dolor intenso o malestar, detente.
- Puedes usar objetos cotidianos como apoyo: una silla, una pared, botellas, una toalla o bandas elásticas.
- Lleva ropa cómoda, ventila bien la estancia y mantente hidratado/a.
Ejercicios sencillos para hacer en casa
Aquí tienes una propuesta básica, segura y fácil de adaptar:
- Marcha en el sitio (con o sin apoyo).
- Sentarse y levantarse de una silla (manteniendo la espalda recta).
- Giros de tobillos, muñecas, hombros y cuello.
- Levantamiento de botellas de agua como pesas (1 litro = 1 kg).
- Estiramientos suaves de brazos, espalda, cuello y piernas.
- Respiración profunda para cerrar la sesión y favorecer la relajación.
Puedes hacerlo todo seguido o repartirlo a lo largo del día.
Dinámica activa: pausa de movimiento guiada
Durante la formación, se propone una rutina corta de movimiento guiado para practicar lo aprendido. Puedes repetirla cuando necesites activar el cuerpo o despejarte.
Ejercicios propuestos:
- Estiramiento de brazos hacia arriba y a los lados.
- Movilidad suave del cuello: giros laterales y círculos pequeños.
- Elevación alterna de piernas (sentado o de pie).
- Flexiones de brazos con botellas o bandas.
- Respiración profunda: inhala por la nariz, exhala por la boca lentamente.
Módulo 4. Dormir, descansar y gestionar el estrés
CONTENIDO
- Importancia del descanso.
- Higiene del sueño: rutinas que ayudan.
- Técnicas para calmar cuerpo y mente: respiración, relajación, mindfulness.
- Cómo detectar y gestionar el estrés.
- Dinámica: ejercicio de respiración consciente guiada.
El descanso es tan importante como la alimentación o el ejercicio. Dormir bien y gestionar el estrés mejora cómo nos sentimos, nos ayuda a tener más energía y a afrontar mejor los retos del día a día. En este módulo veremos herramientas prácticas para cuidar nuestro descanso y calmar cuerpo y mente.
Importancia del descanso
Dormir bien no es un lujo, es una necesidad básica. Durante el sueño, el cuerpo se recupera, se refuerza el sistema inmunológico y la mente procesa lo vivido durante el día.
Un buen descanso ayuda a:
- Mejorar el estado de ánimo y la concentración.
- Regular el apetito y la energía.
- Fortalecer el cuerpo y prevenir el cansancio acumulado.
- Afrontar mejor las emociones y el estrés.
Higiene del sueño: rutinas que ayudan
Tener una rutina diaria favorece un sueño más profundo y reparador. Aquí van algunas recomendaciones sencillas:
- Acostarse y levantarse a la misma hora, incluso fines de semana.
- Reducir el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir.
- Crear un ambiente tranquilo, con luz tenue y temperatura agradable.
- Evitar cenas muy copiosas o con cafeína.
- Realizar actividades relajantes antes de acostarse: leer, escuchar música suave, darse una ducha templada.
Técnicas para calmar cuerpo y mente
Las siguientes técnicas pueden ayudar a relajarte y preparar el cuerpo para descansar mejor o a afrontar momentos de tensión:
- Respiración profunda: inhalar por la nariz, llenar el abdomen de aire, y exhalar lentamente por la boca.
- Relajación muscular progresiva: tensar y soltar distintos grupos musculares, uno a uno.
- Mindfulness o atención plena: centrarse en el presente, observar pensamientos y sensaciones sin juzgar.
- Visualización positiva: imaginar un lugar tranquilo o una escena agradable que transmita calma.
Estas prácticas se pueden hacer antes de dormir o durante el día para reducir el estrés.
Cómo detectar y gestionar el estrés
El estrés forma parte de la vida, pero cuando se acumula o se mantiene en el tiempo puede afectar al sueño, la salud y el bienestar general.
Algunas señales de alerta:
- Dificultad para dormir o descansar bien.
- Irritabilidad, nerviosismo o sensación de estar "acelerado/a".
- Tensión muscular, dolores frecuentes o fatiga constante.
- Pensamientos repetitivos o dificultad para concentrarse.
¿Qué puede ayudar?
- Moverse cada día, aunque sea poco.
- Descansar lo suficiente y tener rutinas.
- Buscar momentos para uno/a mismo/a.
- Pedir ayuda o hablar con alguien de confianza cuando lo necesites.
Dinámica: ejercicio de respiración consciente guiada
Durante la sesión, realizaremos un ejercicio breve para experimentar cómo la respiración puede ayudarte a relajarte.
Ejemplo de respiración guiada:
- Siéntate cómodamente, con la espalda recta.
- Cierra los ojos si te resulta cómodo.
- Inhala por la nariz contando hasta 4.
- Retén el aire 2 segundos.
- Exhala por la boca contando hasta 6.
- Repite durante 2-3 minutos, con suavidad.
Módulo 5. Cuidarme cada día: medicación, emociones, vacunas y objetivos
CONTENIDO
- Adherencia al tratamiento: por qué es clave.
- Autocontrol de síntomas y señales de alerta.
- Vacunas recomendadas en personas con enfermedades crónicas:
- Gripe, COVID-19, neumococo, herpes zóster, etc.
- Cuándo y dónde ponerlas.
- Por qué son especialmente importantes en pacientes crónicos.
- Cuaderno del paciente (registro de medicación, bienestar, vacunas, citas, emociones…).
- Cómo marcarse objetivos alcanzables.
- Dinámica final: "Mi primer pequeño cambio": cada persona diseña un plan de acción sencillo (ej. pedir cita para vacunarse, organizar su medicación, empezar a caminar 10 min al día…).
Cuidarse no es solo seguir indicaciones sanitarias: es escucharse, priorizarse y tomar decisiones que nos ayuden a vivir mejor cada día. A veces lo más importante no es hacer mucho, sino hacer lo necesario de forma constante. Organizar la medicación, conocer nuestras necesidades, prevenir con vacunas o permitirnos parar cuando lo necesitamos también es salud. Este módulo te invita a tomar las riendas de tu autocuidado, paso a paso y sin exigencias. Porque cuando nos cuidamos con conciencia, nos sentimos más fuertes, más preparados y más libres.
Adherencia al tratamiento: por qué es clave
Seguir correctamente la medicación no siempre es fácil: puede haber olvidos, dudas, molestias o simplemente cansancio. Pero adherirse al tratamiento significa cuidarse a uno mismo, protegerse y favorecer que el cuerpo funcione lo mejor posible.
Tomar la medicación según lo prescrito:
- Ayuda a controlar síntomas de forma más eficaz.
- Reduce el riesgo de complicaciones.
- Mejora el bienestar general y la autonomía.
Estrategias útiles:
- Usar pastilleros semanales.
- Anotar horarios o crear alarmas en el móvil.
- Hablar con el profesional si surgen efectos adversos o dudas.
Autocontrol de síntomas y señales de alerta
Conocerte y estar atento/a a los cambios es clave para reaccionar a tiempo. Aprender a observar cómo te sientes cada día puede ayudarte a detectar si algo no va bien.
Puedes registrar:
- Cambios en el sueño, apetito o energía.
- Dolor o molestias nuevas.
- Síntomas que empeoran o aparecen con más frecuencia.
Anotar estos aspectos te permitirá dar información más precisa a tu profesional y participar activamente en tu propio cuidado.
Vacunas recomendadas
Las vacunas son una herramienta eficaz para protegerte, sobre todo si vives con una enfermedad crónica o estás en una situación de mayor vulnerabilidad. No son solo para la infancia: el calendario vacunal del adulto también importa.
Vacunas importantes a tener en cuenta:
- Gripe: anual, especialmente en otoño-invierno.
- COVID-19: según pautas actuales.
- Neumococo: protege frente a infecciones respiratorias.
- Herpes zóster: especialmente recomendada en personas mayores.
Consulta a tu profesional de referencia para saber cuándo te corresponden y dónde puedes ponértelas. Están disponibles en centros de salud, y muchas de ellas forman parte de programas públicos de vacunación.
Cuaderno del paciente
Llevar un cuaderno o diario de salud puede ayudarte a tener más claridad y control. No hace falta que sea algo complejo: con unas páginas puedes llevar una visión global de tu situación.
¿Qué puedes anotar?
- Medicación diaria y cualquier ajuste.
- Síntomas relevantes o cómo te sientes.
- Citas médicas próximas.
- Emociones, preocupaciones o logros.
- Registro de vacunas recibidas.
Este cuaderno puede acompañarte a las consultas para resolver dudas y hacer seguimiento conjunto con los profesionales.
Cómo marcarse objetivos alcanzables
A veces, el deseo de mejorar nos lleva a querer hacerlo todo de golpe. Pero lo más eficaz es empezar con pasos pequeños, adaptados a tu realidad, y que te motiven a seguir.
Un objetivo bien planteado debe ser:
- Pequeño: empieza con algo sencillo.
- Específico: que puedas medirlo o comprobarlo.
- Realista: que puedas cumplirlo con los recursos que tienes.
- A corto plazo: algo que puedas poner en marcha hoy o esta semana.
Ejemplos:
- "Voy a caminar 10 minutos tres días esta semana."
- "Voy a organizar mi medicación para toda la semana."
- "Llamaré para pedir cita y vacunarme."
- "Empezaré a registrar cómo duermo y cómo me siento."
Dinámica final: "Mi primer pequeño cambio"
Te invitamos a pensar qué puedes hacer tú, esta semana, para cuidarte un poco más. No importa cuán sencillo sea: lo importante es que sea tuyo, que te motive y que te ayude a empezar.
Completa esta frase: "Esta semana, voy a ________________ para cuidarme mejor."
Escríbelo en un papel, ponlo en la nevera o compártelo con alguien de confianza. Ese pequeño paso puede ser el inicio de un gran camino.
Reflexión final: Pequeños pasos, grandes cambios
Cuidarse no siempre significa hacer grandes esfuerzos, sino tomar decisiones conscientes cada día. Escuchar al cuerpo, respetar los ritmos, pedir ayuda cuando hace falta y celebrar cada avance, por pequeño que parezca.
La salud no es solo la ausencia de enfermedad, es también moverse con gusto, dormir mejor, comer de forma amable, gestionar nuestras emociones y mantenernos conectados con lo que nos hace bien.
Este taller no termina aquí. Lo importante empieza ahora: cuando pongas en práctica lo aprendido, cuando te des permiso para priorizarte y cuando empieces a sentir que tú también puedes ser protagonista de tu bienestar.
No hace falta hacerlo perfecto. Solo hace falta empezar.
Gracias por formar parte del esfuerzo por construir salud cada día, juntos.